viernes, 27 de mayo de 2016

Hoy es el mañana del que te preocupabas ayer

Les contaré que la intención de esta página desde que empezó y más adelante es contribuir de manera positiva con la evolución que vamos logrando como personas que cometemos errores pero que nos esforzamos por salir adelante ante cualquier dificultad porque ganas, fe y coraje hay, y mucha. Si nos sentamos a pensar en nuestra enfermedad todo el día, como me sucedió a mí hace una semana, solo conseguirá que nos perdamos y vivamos una realidad que no es la nuestra. Lo confieso, me dejé llevar por el pesimismo.
En esos días yo andaba bastante mal con bronquitis y una gripe terrible que se sumó al finalizar mi primera etapa de tratamiento, está de más decir que estaba preocupada porque para ese entonces ya debería estar bien, y de pronto, por casualidad me entero del lamentable fallecimiento de una persona a la que no conocía pero que al parecer manteníamos algunas características similares en cuanto a historial médico; y ahí sucedió el link. Pero estallé al recibir una desagradable noticia, ese fue el canal de escape. Estuve mal toda la noche, vomitando y con un dolor de cabeza indescriptible. No se los dije a mis padres para no preocuparlos pero a mi hermano que se ha vuelto mi confidente sí y se quedó en todo momento cuidándome en lo mínimo como un padre a su pequeña niña. Me siento bendecida por la familia que tengo.
Recordé las palabras de optimismo de mi hermano y a primera hora fui al doctor, antes me había tomado un tomografía temiendo que sean nódulos o principio de neumonía. Ahí estaban mis miedos, debido a los corticoides las infecciones son más difíciles de tratar. El doctor se dio cuenta que mi esófago estaba abierto cuando debería estar cerrado y eso originaba que los jugos gástricos vuelvan al esófago y viajen hasta los bronquios produciendo la tos y congestión. Todos los días me nebulizo cada 8 horas, tomo fluimucil de 600 mg cada 6 horas, deflazacort de 30 mg una al día y omeprazol de 20 mg en ayunas. ¡Son buenas noticias! (quizá no para todos, para mí como si me hubiera sacado la lotería) Salí aliviada, muy contenta, tanto que quise romper la dieta y fui entusiasmada a la tienda a comprarme un mini Cua Cua (wafer cubierto con chocolate) para celebrar. No debí. Mi estómago aún está sensible.
Me siento avergonzada pero tan naturalmente imperfecta. Somos los conductores de aquello que le sucede a nuestro cuerpo y si no nos damos cuenta a tiempo caemos un poco más cada día a un pozo sin fondo. Reconectarnos a nuestra sabiduría, a nuestra voz interior es básico sino ¿para qué venimos al mundo? ¿para qué existimos? ¿acaso hemos venido a sufrir y eso es todo? ¿acaso para ser feliz hay que sufrir primero? Mentira. Eso es lo que aprendimos de otros y nuestro inconsciente lo ha almacenado como una respuesta a nuestros pesares. Todo está contaminado por nuestros juicios y el pasado, hay que soltar, dejar ir como un globo llevado por el aire. Vivimos una ilusión y estamos atrapados en ella las 24 horas. Nunca es tarde para un cambio, nunca es tarde para aprender sobre nosotros mismos. Hagamos realidad nuestra felicidad. Eso me lo digo a mí porque lo creo y espero que alguien más lo escuche.
Me topé con una piedrita y ya estoy de vuelta en mi camino.
La felicidad desde el balcón.


No hay comentarios:

Publicar un comentario