viernes, 27 de mayo de 2016

Me preocupo constantemente por mi cuerpo, de que pueda enfermarse

“Me preocupo constantemente por mi cuerpo, de que pueda enfermarse. ¿Puede darme algún consejo sobre esto?”.- ALGUIEN PREGUNTA A OSHO 
Si piensas demasiado en el cuerpo, éste se pone enfermo, y cuando se pone enfermo, entonces piensa en él más todavía. Entras en un círculo vicioso. Hasta una persona sana, una persona absolutamente sana, si se pone a pensar en su estómago –cómo va a digerir esto y aquello y qué es lo que va a pasar- en veinticuatro horas se va a sentir mal del estómago. Una vez que lo esté, se pondrá a pensar en él aun más. Al cuerpo no le pasa nada en especial. Lo que sucede es que una cierta idea echó raíz. La medicina no puede ayudar porque la medicina no puede curar la idea. Así que vas de médico en médico, de una “patía” a otra y no servirá gran cosa. Incluso más bien te trastornarán porque sus medicamentos no pueden curar la idea. Y tendrán efectos secundarios; son muy nocivos.
Cuanto más fracases con los médicos, más preocupado llegarás a estar por el cuerpo. Surge entonces la obsesión por él. Llegas a una susceptibilidad especial. Con un ligero cambio, una pequeña molestia, un leve dolor, ya te entra el pánico. Tal pánico hace que el cuerpo se indisponga cada vez más.
Lo primero que te aconsejo es que no te obsesiones con semejante cosa. Olvídate y vive.
Te contaré una historia… A un hombre le aseguró su médico que no viviría más de seis meses. El hombre llevaba ya más de veinte años enfermo y con una infinidad de achaques. Todo lo que puede padecer un ser humano lo padecía él. Los médicos estaban hartos; pero el hombre era muy rico. Era un hipocondríaco, y los médicos, ya completamente aburridos, le advirtieron: “No podemos hacer nada por usted. Lo único que puede hacer es aprovechar los seis meses de vida que le quedan”. El hombre pensó: “Si me quedan seis meses de vida, ¿para qué voy a preocuparme por el cuerpo? Me da lo mismo”. Entonces por primera vez, cambió radicalmente de actitud. Se encargó los mejores trajes, compró los mejores autos y planeó dar la vuelta al mundo. Viajó a todos los lugares que siempre quiso visitar pero que no había podido por culpa de las enfermedades. Viajó alrededor del mundo; comió todo lo que le dio la gana, hizo el amor con mujeres, se compró todo lo que le apetecido… ¡empezó a vivir! La muerte estaba cerca y ya no tenía sentido cuidarse tanto. Cuando regresó a los seis meses, estaba más sano que nunca. Vivió treinta años más y nunca volvió a tener ningún problema.
No te preocupes tanto. La naturopatía es buena, por ejemplo, porque no es una “patía”; es sólo un punto de apoyo. Pero no te obsesiones, porque harás que se convierta en una enfermedad. La naturopatía en sí misma no es una “patía”; sólo trata de dar descanso al cuerpo, ofrecerle una situación en que pueda estar en armonía con la naturaleza. Se trata de una hermandad con la naturaleza instintiva; está al margen de la medicina. Pero el problema con la naturopatía es que puede convertirse en manía. Entonces la manía es más peligrosa que la enfermedad. No es muy común… La naturopatía ayuda a mucha gente, pero puede llegar el caso de que una persona que se ha servido de ella enferme por la misma naturopatía. Puede ocurrir cuando se convierte en algo obsesivo. La persona se pone entonces a pensar qué comer, qué no comer, dónde ir, dónde no ir; lo ecológico llega a ser lo obligado.
Entonces la vida se complica de otro modo. No puedes respirar porque hay demasiada contaminación en el aire. No puedes comer en un hotel porque la comida no está preparada de una manera natural. No puedes comer tal o cual cosa porque sólo te gustan los alimentos naturales. No puedes vivir en una ciudad. Así no haces sino complicarte la vida.
Recuerda siempre, la naturopatía es sólo un punto de apoyo. De acuerdo: de vez en cuando, incluso sin ningún motivo, uno debería visitar una clínica de naturopatía y descansar durante dos, tres semanas, un mes, dos meses, tanto como uno se pueda permitir, cada año, y sin una razón especial, por disfrutar de la naturaleza, las comidas sanas y los baños, los saunas y los masajes. Por ninguna razón en especial, sólo por el placer de hacerlo, la entrañable alegría de hacerlo.
Pero olvida la idea de que estás enfermo. Piensa en el rey que habita en tu interior, tu cuerpo es solamente su palacio.
OSHO.


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